viernes, 4 de junio de 2010

La antesala de la muerte

Afuera, el cielo era claro el mundo parecía no detenerse, no pensar en lo que significa la muerte el fin de una existencia puede ser tan trágico para conmocionar a una nación o tan insignificante que nadie nunca llegue a saber que aportación puedo llegar a dar ese ser en un mundo tan caótico como el nuestro, afuera el cielo era azul, ese día hacía calor como tantos otros de verano hacía calor…

Adentro él esperaba el elevador, “debe registrarse” le informó un policía que intentaba ordenar a una multitud desesperanzada, sus ropas negras lo hacían prácticamente imperceptible a un mundo donde se intentan salvar vidas y el blanco de las batas de doctores está teñido de las ganas de aprender de alumnos que les podría valer menos la vida de las personas que se encuentran ahí, no le importo registrarse no iba importarle menos después de tanto tiempo en ese tipo de lugares.

Tomó el ascensor último piso, no entendía porque los enfermos terminales siempre se encontraban en el último piso era algo tan tonto, pensar que en primer lugar los enfermos se encontraban tan arriba y los quirófanos tan abajo, segundo no sabía bajo que análisis psicológico pseudo esperanzador una vista al vacio y a la ciudad podía ayudar a que un enfermo terminal se reconfortara y calmara todo su dolor o sí sus penas desaparecerían en el inmenso abismo de un cielo azul.

En el elevador, sonaba una especie de sonido de desgaste, de que el primer mundo había perecido hace tiempo y solo quedaba un edificio de tercer mundo decadente, deprimente, donde las sombras de muertos rondaban las esquinas de esos callejones llenos de gente, una embarazada subió “una nueva vida” pensó, algo para alegrarle su día a día.

Último piso, una fuerza inexplicable lo llevó hacia donde tenía que llevar, sus pasos resonaban por toda la habitación, su cuerpo se movía entre enfermeras ocupadas dando medicinas a la multitud de enfermos todos dolientes de diferentes causas, camas atestadas de personas ya no cabe nadie sin embargo, todos están ahí esperando la muerte, una señora anciana sentada al pie de la cama lloraba, mientras su esposo yacía casi completamente desnudo, “volvimos a los tiempos barbaros” susurró, la señora pareció oírlo “¿Quién eres?” dijo su voz era suave, sus lentes grandes hacían que sus ojos llenos de dolor se vieran mas grandes más tristes. La tomo por los hombros “solo vengo de visita abuela” su voz era calmada serena su cuerpo sentía un nerviosismo, sorprendida lo abrazo “gracias por visitarlo, nadie de tus primos lo ha hecho” asintió.

Al lado de la cama, se acercó lo más que podía, el hombre se convulsionaba, lo miraba con ojos diferentes el miedo se acrecentaba, lo tomó del brazo “no tienes que temer, me has llamado y he venido”, los ojos ancianos se tranquilizaron pero su cuerpo seguía convulsionándose, buscó entre su sacó, un rosario con cuentas de ámbar fue lo que encontró, por un momento se sorprendió, después entendió, suspiró, el tiempo se detuvo, la habitación antes luminosa y bulliciosa se había transformado en un mundo oscuro.

Ahí, de su espalda salieron dos grandes alas una negra y otra blanca, “Ya puedes levantarte” dijo poniéndole entre sus manos el rosario, ahogadamente, comenzó a respirar, después se percato que no estaba conectado a ninguna maquina como hace unos segundos lo había estado “¿Quién eres, qué me has hecho?” pregunto desconcertado, sonriendo “¿Acaso no lo sabes?” su sonrisa era perfecta y blanca, “Me dicen de muchas formas, solo dime que soy aquel te libero de tu sufrimiento terrenal”. El rosario brillo no tuvo tiempo para hacer otra pregunta.

Afuera la señora lloraba desconsoladamente, el señor había muerto, mas afuera el mundo seguía moviendo con su peculiar escepticismo a la muerte…

1 comentario:

  1. Porque debe de ser dolorosa la terminación de la vida? Es porque nunca nos hemos tenido como lo que somos, seres para la muerte, mortales como nos llama Homero... El ser humano no se resigna y necesita ver alas, creer que más arriba de la torre del hospital encuentra más vida...no hay escepticismo sobre la muerte, hay encubrimiento un preferir no ver, para que no duela...

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