viernes, 18 de diciembre de 2009

Oda a lo inevitable

 

I

Es inevitable pensar, pensar cuando se está solo
Cuando el tiempo se queda quieto aunque se mueva
Cuando se vive en un tiempo de dolo
Y, cuando una vida es tanto vieja como nueva

Es inevitable estar en sitios a veces
Conocer gente que te agrade y otra que no tanto
Ver en alguna ocasión los peces
Y escuchar por ahí un buen canto

Es inevitable enamorarse, y tocar los labios del amado
Como lo es en ocasiones sufrir por una pasión
Llorar amargamente, por cosas que a veces no lo valen
Y pensar que tal vez nunca más te amen
Recordando entonces lo que se vivió de canción en canción
Y pensar en cómo nos devora el pasado

Tener una caja de recuerdos aunque sea en la memoria
Y con ella jugar sobre tiempos lejanos
Pensar y rehacer una historia
Que aunque vivida siempre une a los hermanos

II

Anhelar, pensar, desear lo no deseado
Y en un susurro recordar porque lo vivido
Nunca será tan fuerte como lo ya sufrido,
¡Hay, que tan trágico puede ser lo amado!

Que por más poemas que se escriban
Por más tonterías que se digan la realidad
En siempre una duele en la eternidad
De la memoria en la que se vivan.

Y el pensar por el simple hecho de pensar en un amado
En un futuro es lo que le da poder a este,
Es lo que la risa burlona de los gatos hace en los amaneceres
Nada más que disfrutar de pequeños placeres
Ocultos ante el intimo misterio el de la última muerte
Y siempre pensar en un dolor que sabe a algo muy salado

III

Al final madurar es inevitablemente estúpido
Dejar de creer en los cuentos y comenzar
A trazar un camino por demás vivido
Solo para llegar a aterrizar

En una tumba fría donde los gusanos comerán
Hasta saciarse, y de ti solo te convertirás en ángel
Solo tú sabes cuantas lágrimas de algún rostro ajeno caerán
Lo único más inevitable que todo lo anterior es el beso de la muerte

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