lunes, 9 de noviembre de 2009

Un minuto de silencio

Se me murió algo aquí dentro de mi pecho, muy pegadito al corazón, que lo abrazaba y le decía que todo estaba bien.

Estaba ahí muy feliz y de repente como todas las muertes llego de repente sin avisar, y me digo: “Que chingados”, pero que putos chingados para llevarse algo que según esto (o al menos eso creo yo), yo necesitaba, y se lo llevo así, y todo se fue a la verga, bueno mas allá de la verga que creo que es donde Dios se convierte en Alá, o tal vez hasta donde se convierte en Buda, o le dio la vuelta a este puto mundo y calló en el cerro del cuatro allá en Televisa y se va a poner a hacer novelas yo no sé de esas cosas de qué pasa cuando se te muere algo que traías adentro en el corazón.

Y entonces que pedo, ahora cómo se supone que debes vivir sin eso que traías ahí que te decía despacito para que te la creyeras “Tu puedes, Ánimo, Ánimo, Vamos” y demás palabritas varias estilo “cheerleader “con todo y pompones incluidos, y yo bueno al menos alguien o algo me da ánimos pero ahora que se murió pues que pedo, la pondré en su cajita y la enterrare pero ¿Y después de eso?

Hay vida después de la muerte lo sé y es la mía, pero no me siento bien, siento que me falta mi cosita dadora de ánimos y para colmo de males mañana tengo examen que mejor que venir depre a la escuela a reprobarle.

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