viernes, 26 de junio de 2009

Monstruo

Ocurriendo así, que una fría noche de otoño,
Cuando estaba casi vencido por la muerte del invierno,
Tú volviste a llegar a mi vida; cómo el alcohólico se rencuentra
Con su caprichoso amigo, el alcohol

Ahí, en esta fría y lánguida pantalla...llamada computador.
¡Oh, mi fortuna! -dije sin saber que su serías mi desgracia misma;
Ante todos mis pensamientos, pensamientos que ya no tienen cabida en este mundo.
O, ¿será qué nunca han tenido esa cabida?
Y, en ese instante, tal vez, la tuvieron aunque...no sé,
Nunca he entendido al mundo, al fin y al cabo

Entender, ¡Ja! ni siquiera puedo entenderme
Y deseo, no lo sé, entender un mundo cambiante,
Incongruente in-pensante de sus propias acciones.
No lo puedo pensar así ¿Pensar?
Sigo sugiriendo… ¿Qué hay que pensar aquí?

Tú, presente ante mí cómo un fantasma de antaño,
Cómo una memoria vuelta carne en mi interior,
Cómo nada, como todo el dolor de mi alrededor
Tú, fantasma, antagonista de mis pensamientos,
¿Pensamientos?, ¡Ja!, vuelvo a búrlame
¿Qué son sino solo silogismos?

Entonces apareciste con toda tu diabólica belleza
En tu oscura serenata de la vida misma.
¡Oh!, ser fortuito, ahí estas! -dije sin sabes que mi condena, ante ti, estaba ya hecha

Me preguntaste, sólo, cómo si la vida hubiera no pasado entre nosotros
¿Cómo estás?, ¡Ah, ser fatídico!, ¡Ah, ángel mío!,
Si sólo supiera, lo que se ahora
Odiaría tanto amarte y llamarte por tu nombre,
Un nombre que me remuerde en mi conciencia y solo tú lo sabes.

Tu mirada, tu presencia, tu infinito y desgarrador ser,
¡Ah, ángel mío!, no eres más que un monstruo,
Un demonio con carne, con hueso.
Conmigo entre tus profanos y serenísimos dientes.
Que me desgarran.
Esos dientes, que me arrancan lo único que yo te pude dar... mi amar.

Ahí, encontrásemos nosotros en el infinito espacio nuestras realidades.
Realidades que fueron tocadas por un instante.
Un instante serenísimo oculto, lánguido y perpetuo de nosotros.
Ocurriose así, esa noche, que el invierno me tocaba con sus lamentos;
Que tú te volvías el serenísimo, oculto y lánguido monstruo que siempre.
Siempre, en tu serenísimo, oculto, lánguido y eterno ser se que siempre has sido.

Monstruo, sí monstruo en eso te he convertido,
En demonio de alas rotas que solo busca matarme poco a poco,
Sin saber, tú, acaso que mi alma está ya rota por tus palabras,
Inconexas, in-profesas, pero siempre,
Siempre, simplemente tan, tan solamente tú

¡Vete…!, dije entonces, aullando gritando,
Rasgando las vestiduras de mi ser, ¡ah monstruo!,
!Ah esperpentuoso ser de mi alma!
Ser, incongruente, con tu belleza.
¿Acaso eres tu maldito monstruo que aquí surges en la noche, oscura de mi vida?

O, ¿Acaso estás ahí solo para mi deleite y gusto?

¡Aléjate!, -volví a repetir- no deseo volver a verte
Tus quiméricas facetas, tus lánguidos ojos
Ojos, que buscaban amor,
Amor que no lo tienen gracias a tus decisiones
No, no puedo volver a verte, no más.

Pero tú monstruoso ser no te alejabas, nunca lo hiciste,
Te quedaste dentro de mí, hasta que consumiste todo de mi
Y ahí solo ahí, has permanecido dentro de mí
Alimentándote, de mi alma mía, hasta el último de mis
Amaneceres, en los que piense en ti.

1 comentario:

  1. Me hiciste recordar viejos aires, cuando yo hacía a diario esto que tú haces con agresiva ternura en unas decididas líneas.

    Y doy gracias a quien corresponda que este tipo de solicitudes no tengan nada de legalidades, pues la mitad de mi vida la viviría en notarías públicas.

    Genial siempre, Ale, pero hoy, decididamente. Un beso de sangre.

    ResponderEliminar