Seamos sinceros

A quien corresponda:

Sabes muy bien que después de leer esto querido lector entenderás parte de quien soy, y por lo tanto caerás en mi mundo, estas advertido que no el viaje no es fácil, “seamos sinceros”, te dije esto hace años fue la primera vez en la que te conocí, desde ese momento te convertí en hombre, ente y quimera, fue para entonces que la locura se transformo en una obsesión y el llanto tomo un tercer plano después un cuarto en una habitación de algún motel barato donde pasaban tus manos por mi piel pensando en no quedarme solo, después cuando el agua me tocaba, como para lavar el pecado que toda mujer violada carga desde el momento en que piensa que es inútil ante la situación en la que esta y deja de llorar y comienza a nacer su odio a ella misma, como la marca de Caín, el pecado existente en todos nosotros la dualidad de matar al hermano y llevarlo dentro en la sangre.

Realmente creo que lo primero que hice al conocerte fue: dibujarte una sonrisa en tu rostro negro y ponerte dos ojos de color, uno verde que mirara al futuro y uno azul que mirara al pasado como aquel dios vikingo, incluso cambiaba el color de tu ojo verde a veces a café para que vieras mi presente que aquí estaba contigo, sin embargo tu color de piel era un misterio, la piel morena, blanca, roja o dorada, cualquiera que fuera la que tuvieras siempre estaba y está ahí.

Después la deformidad que fuiste fue tomando forma, te moldee con el barro de mil pasiones, te puse el alma de un ángel y la de un demonio, después te crecieron alas, una blanca para mostrarme la pureza que perdí, y una negra para mostrarme el demonio que siempre serás, no sé qué paso después solo recuerdo que entre más oscuro me convertía, más luminoso el mundo se volvía el mundo, y ahí estabas siempre para reconfortarme.

(Se me olvido que seguía aquí maldito alemán ósea Alz-Haimer )